lunes, 14 de noviembre de 2011

FIESTAS DE PALOMARES DEL CAMPO

                 PALOMARES DEL CAMPO.


El casco urbano de palomares se levanta al pie de unas faldas que se deslizan suavemente de tres cerros-de poca altura- a que pertenecen, con una inclinación hacia el Norte. Calles, relativamente anchas, largas y rectas, que parten radialmente de la plaza principal, nos muestra ya una planificación urbanística encomiable. Esta plaza de hechura ovalada en su origen, existe ya en el siglo XVI, ha que dado deformada (posiblemente por decisiones caciquiles de siglos pasados) al endilgarle interiormente una protuberancia o espolón urbanístico que la deja dividida parcialmente en dos mitades, despojándolareduciéndola a la constitución arriñonada actual. No es preciso ser muy perspicaz en temas urbanos para poder apreciar esta anomalía vial. Este fenómeno irreversible, frecuentemente en nuestros pueblos, nos da idea con que facilidad se conculcaban los bienes comunales en épocas ya lejanas.

 

 Fiestas de Palomares.

FIESTAS DE ABRIL.





Cuenta la tradición que se apareció la imagen de la  Virgen encima de una zarza que había en una cueva, de la que sólo destacaba la Cabeza. La cueva estaría dentro de lo que sería el casco urbano de Palomares. Hecho tan maravilloso conmovería, lógicamente, a aquellas sencillas gentes aldeanas, lo que significó para ellos como una llamada del Cielo para que se rin­diese devoción a la Santa Madre. En el relato de la aparición no se señala a quién se le mostró. Lo cierto es que la cueva, donde tuvo lugar la aparición, según la creencia popu­lar, existe y se encuentra lamiendo los muros de la edificación de la Ermita de Nuestra Señora de la Cabeza; es decir, que se levantó en el mismo lugar que se fija la aparición. ¿Fue ésta, acaso, la razón que movió al Licenciado Bartolomé López, clérigo, natural y vecino de Palomares a dejar su casa y sus bienes para la construcción de la Ermita? Yo me atrevería a afirmarlo, pues —hay que tenerlo muy presente—, además de su devoción, hubo de influir poderosa y eficazmente el ser su casa aledaño de la cueva;
es más, me parece como si ésta se introdujese algo en los cimientos de la misma Ermita.
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FIESTAS DE SEPMTIEMBRE





Antigüedad de la Hermandad de la Vera Cruz y Sangre    de Cristo (Antecedentes del patronazgo del Santo Cristo   de la Paz)
 La existencia del testamento del Licenciado Bartolomé       López nos indica que la Hermandad de la Vera Cruz, con su imagen del Santo Cristo, ya contaba con años de
vida en 1561. Hay que suponer, por tanto, que con anterioridad a la fecha en que la aldea de Palomares se hizo villa, o sea, independiente de Huete (año 1553), ya tenía instituida la Cofradía de la Vera Cruz o del Santo Cristo de la Paz (nombre que ya se daba en algunas fundaciones de 1560). Una antigüedad de cuatro siglos y medio que todavía perdura su continuidad en el patronazgo del Santo Cristo de la Paz.
Exactamente, el mismo testamento de Bartolomé López nos señala el origen de la Ermita de la Virgen de la Cabeza. Tenemos, por consiguiente, las dos razones fun-
damentales de las que hay que partir para descubrir la influencia protectora de sus Patrones y el flujo de abundantes gracias recibidas por un pueblo que se ha volcado material y espiritualmente por la devoción hacia su Santo Cristo de la Paz y de su gloriosa Madre Virgen de la Cabeza.
Es comprensible que, cuanta más documentación se aporte referente a la Cofradía de la Vera Cruz, mejor conoceremos el origen de la Cofradía de la Virgen de la Cabeza, puesto que ambas se fusionaron y quedaron hermanadas a partir de la Bula de Paulo V, dada en Roma el 5 de abril de 1614.
Contamos, desde 1585, con el segundo Libro de Cuentas de la Vera Cruz, donde
consta el número de Cofrades —hombres y mujeres— y la posesión de la imagen del
Santo Cristo de la Paz, así como los gastos que tenían las fiestas que celebraban, en las
que no solían faltar músicos, danzantes, comediantes, predicadores, toros, etc.
Prácticamente pertenecía casi todo el pueblo a la Cofradía de la Vera Cruz.



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